The 1999 Chicago Billboard Control
En mayo de 1999, el alcalde de Chicago, Richard M. Daley, ordenó a la ciudad eliminar una serie de carteleras que mostraban pornografía animada creada por Larry Flint, de su revista Hustler, debido a quejas del público sobre su contenido. Flint respondió que había recibido permiso para mostrarlos, pero el alcalde consideró que eran ofensivos y no cumplían con las leyes de libertad de expresión. Esto generó un debate sobre si la opinión pública podría derogar los derechos constitucionales.
Flint argumentó que las vallas publicitarias no violaban ninguna ley de obscenidad porque mostraban a adultos ficticios involucrados en actos sexuales consentidos. Consideró que se debe apoyar la libertad de expresión, aunque algunas personas lo consideren ofensivo. Su abogado dijo: «El gobierno no puede controlar lo que los adultos quieren ver».
Sin embargo, el Ayuntamiento ha aprobado una ordenanza que prohíbe la exhibición de material sexual dentro de la visibilidad de escuelas o iglesias sin el consentimiento de los propietarios de los inmuebles. Esto fue parte de sus esfuerzos para frenar la delincuencia y la violencia. La primera enmienda protege la libertad de expresión, pero también permite reglas razonables relacionadas con el tiempo, el lugar y la forma de expresión.
Los funcionarios de Chicago decidieron que las vallas publicitarias debían bajar porque podían dañar el desarrollo de los niños. Temían que el impacto en las mentes jóvenes de imágenes sexualmente explícitas perjudicara su bienestar y sus habilidades de socialización. Los padres protestaron afuera del edificio del Ayuntamiento y pidieron más acción contra el contenido pornográfico.
Durante esta disputa, Flint presentó una demanda contra la ciudad alegando que su decisión era inconstitucional. Sin embargo, los tribunales se pusieron del lado de Chicago porque determinaron que la seguridad pública supera las libertades individuales en este caso. Flint recurrió a la Corte Suprema, que se negó a examinar su caso.
A pesar del resultado, muchos todavía creen que la censura va demasiado lejos cuando implica limitar la expresión creativa e ignorar nuestro derecho básico a hablar libremente. Otros sostienen que debemos asumir la responsabilidad de nuestras acciones y respetar la opinión de los demás.