En la madrugada del 9 de noviembre de 2010, varios policías vestidos de paisano entraron al territorio de distribuidores de revistas para adultos en la Autopista del Pacífico en San Diego, California. Su misión era confiscar todo el material para adultos vendido ilegalmente por los vendedores debido a su proximidad a escuelas e iglesias. La investigación secreta duró meses hasta esa fecha y muchos vendedores fueron arrestados durante ese tiempo. Sin embargo, esta incursión fue diferente porque fue ampliamente publicitada e incluyó una operación a gran escala.
La operación se denominó «Operación Tormenta del Desierto» y en ella participaron agentes tanto locales como federales de diversas agencias, trabajando conjuntamente para llevar a cabo la redada. Llegaron al lugar poco antes del amanecer para asegurarse de poder atrapar a todos los vendedores vendiendo revistas sin llamar demasiado la atención. Los oficiales decomisaron bienes por unos 50 mil dólares, incluyendo cientos de copias de Playboy, Penthouse, Hustler y otras publicaciones para adultos. Además, también se llevaron ordenadores, cajas registradoras y otros equipos utilizados para hacer negocios.
Durante la redada, algunos vendedores se resistieron a ser arrestados e intentaron huir de la escena. Un vendedor incluso agitó una pistola mientras intentaba escapar, pero fue rápidamente reprimido y puesto bajo custodia. Otro vendedor se negó a cooperar con las autoridades y les amenazó con represalias si intentaban hacer su inventario. A pesar de estos obstáculos, las fuerzas del orden han tenido éxito en la tarea y han llevado a cabo varias detenciones por posesión de pornografía infantil, así como la distribución ilegal de material obsceno.
La redada de proveedores de la Revista de San Diego de 2010 marcó un momento importante en la historia con respecto a los derechos a la libertad de expresión en California. Esto generó un debate sobre si se debe permitir que la policía ingrese a la propiedad privada sin causa probable y decomisar los artículos sin el debido proceso. ACLU argumentó que la redada violó la protección constitucional contra registros e incautaciones injustificadas, mientras que los partidarios argumentaron que ayudó a proteger a los niños de materiales inapropiados.