La base biológica del placer humano es bien conocida: la liberación de la dopamina, un neurotransmisor asociado a la motivación y la recompensa. ¿Qué hay del placer sexual? ¿Supone el mismo mecanismo? La respuesta es positiva, según un reciente estudio publicado en la revista Neuroscience. En el experimento, se mostró a los participantes videos de contactos sexuales mientras su cerebro era escaneado con la tecnología de resonancia magnética funcional (RMN). Los investigadores encontraron que la liberación de dopamina fue significativamente mayor durante estas escenas que durante las neutrales. Esto significa que la novedad sexual activa la liberación de dopamina, lo que aumenta la excitación.
Este descubrimiento tiene implicaciones importantes para entender cómo las personas experimentan el placer. Esto sugiere que el sistema de recompensa cerebral juega un papel crucial en la creación de excitación sexual, al igual que en otros contextos como la comida deliciosa o la victoria en los juegos. Pero, ¿en qué consiste exactamente este placer «dopaminérgico»? ¿Cómo podemos explicar su impacto en el comportamiento?
Una de las teorías es que la dopamina recompensa el comportamiento arriesgado, lo que aumenta la probabilidad de que se repita. Esto explica por qué las personas a menudo buscan nuevas parejas sexuales o se dedican a actividades de riesgo - pueden tratar de aumentar sus propios niveles de dopamina. Otra posibilidad es que la dopamina premie ciertos tipos de estimulación, como las señales visuales o auditivas. Esto explicaría por qué ver pornografía o escuchar música erótica puede conducir a un aumento de la excitación. Otra posibilidad es que la dopamina nos ayude a aprender de nuestras experiencias para poder anticiparnos mejor a los placeres futuros.
Por ejemplo, alguien que disfruta de una reunión emocionante con su pareja puede estar más motivado para continuar una experiencia similar en el futuro.
Independientemente del caso, los resultados ofrecen información valiosa sobre la biología del deseo humano y la motivación. También sugieren que la terapia sexual puede beneficiarse de los efectos directos en estos procesos. Al manipular los niveles de dopamina (con medicamentos o intervenciones conductuales), los médicos pueden ayudar a los pacientes que luchan contra la libido baja u otras disfunciones sexuales. Además, el estudio destaca la importancia de la novedad en el mantenimiento de relaciones sanas a lo largo del tiempo. Las parejas que regularmente introducen nuevos elementos en su vida íntima tienen más probabilidades de permanecer juntas que las que se adhieren a patrones de rutina.
En última instancia, entender cómo el cerebro procesa el placer sexual puede ayudarnos a mejorar nuestras vidas de muchas maneras.