En 2004, en la ciudad de San Diego, California, se aprobó una nueva ordenanza por la que todos los negocios ubicados dentro de la ciudad deben cumplir con ciertas normas en cuanto a la exhibición de sus productos para permanecer abiertos al funcionamiento. Esta ordenanza se puso en marcha tras numerosas quejas de vecinos de la localidad descontentos con la presencia de tiendas de vídeo para adultos en sus barrios. Como resultado, varias grandes tiendas minoristas, como «Hustler», cerraron sus oficinas en respuesta a estas regulaciones.
El Ayuntamiento aprobó una enmienda al código de zonificación vigente que establecía que cualquier tienda que vendiera material para adultos debía estar a una distancia de al menos 10.000 pies de las zonas residenciales o escuelas. Además, también había que esconderlos detrás de las paredes o cortinas para que los clientes no pudieran verlos pasar. La medida se ha diseñado para que las familias que viven cerca de estos establecimientos no estén expuestas de forma no deseada a este tipo de material. Sin embargo, la medida provocó que muchos dueños de negocios se trasladaran fuera de la ciudad, donde ya no tendrán que cumplir con estas restricciones.
Después de que Hustler y otras tiendas para adultos cerraron debido a la implementación de esta ordenanza, surgieron preocupaciones sobre cómo esto podría afectar la libertad de expresión. Muchos argumentaron que la exigencia de medidas tan estrictas limitaba el derecho de los individuos a ver cualquier tipo de material que eligieran, independientemente de que contuviera o no material ofensivo. Además, algunos argumentaron que la acción violaba los derechos de la Primera Enmienda otorgados por la Constitución, ya que restringía la libertad de expresión.
A pesar de estos argumentos en contra, muchos sintieron que la regulación ayuda a mejorar la seguridad y la calidad de vida de quienes viven cerca. Esto proporcionó a los padres tranquilidad al saber que sus hijos no estarían expuestos a contenido para adultos al caminar por ciertas áreas, y garantizó que los compradores no se sentirían incómodos al visitar la zona.
En conclusión, mientras que algunos consideraron el cierre de tiendas para adultos en San Diego como un ataque a las libertades personales, otros lo consideraron positivamente porque hacía que algunas partes de la ciudad fueran más seguras y más favorables para la familia. En última instancia, cada individuo formará su propia opinión sobre la base de valores individuales y creencias acerca de lo que es apropiado en una comunidad.